Tres cervezas y una cuba, Claudia se ve aburrida en aquella fiesta, dos tipos narcisistas queriéndola conquistar presumiéndole que tan bien bailan las cumbias. Pero a ella no le importa, esta cansada de las mismas intenciones y de las noches que siempre terminan en soledad, aunque a su lado se encuentre el cuerpo inerte de algún borracho que hasta hace un par de horas era un completo desconocido. Dos horas después se podría escuchar la misma canción: su padre golpeándola por llegar tarde y apestando a alcohol otra vez a casa. Pasa de la media noche y Claudia esta lista para regresar con su verdugo, para evitar moretones en las piernas y heridas profundas en el alma.
Suena el celular, es el imbécil de su ex novio que la dejó hace un año presumiéndole a sus cuates que la dejó "por no aflojar la torta rápido". Martin la invita a pasar una noche de placer con él, ella acepta entusiasmada, pues aún sigue estúpidamente enamorada del patán, con la esperanza que si lo seduce, Martin se quedará con ella por el resto de su vida.
"Súbete mi reina" le dice Martin a Claudia cuando la recoge en la esquina de Reforma e insurgentes, haciendo presunción del auto nuevo que va conduciendo, cuando en realidad, es de un compañero del trabajo que se lo prestó, pagando la deuda por que las chivas perdieron el clásico. Claudia se sube sin pensarlo, dispuesta a hacer lo que hace un año no se atrevía debido a los "valores religiosos" con que su escuela católica le reprimió los instintos animales mas básicos. Martin se entusiasma al ver los pezones oscuros y duros de Claudia resaltar en su blusa gracias a las lluvias nocturnas que generalmente acompañan al mes de agosto. "Vamos por un trago primero" dice Martin acariciando la entrepierna húmeda de Claudia, ella acepta y se dirigen a prisa al bar mas barato de la zona rosa, donde Martin pasaba la mayoría de sus noches intentando conquistar a mujeres igual o mas vacías y tontas que el.
"Me caso en dos semanas con otra mujer, y sólo quiero pasar una noche contigo, tu sabes, para despedirnos", le dice Martin a Claudia después de haber bebido un par de cervezas... La expresión de Claudia cambia drásticamente, había ignorado el castigo que le esperaba en casa con tal de recuperar al amor de su vida, y éste, en vez de corresponderle, le destrozaba el alma, dándole las malas nuevas. Después de un minuto de silencio él pregunta "¿Todavía tienes miedo a tener relaciones con tus novios?" Ella no respondió, la idea de perder a ese hombre da vueltas en su cabeza. Después de pensarlo mucho y retener las lagrimas que su dolor intenta expulsar de su demacrado rostro, ella acepta pasar la noche con Martin, manteniendo la llama de la esperanza viva, creyendo que si le hacía el amor a Martin como nunca se lo habían hecho, tal vez, solo tal vez, él renunciaría a su compromiso nupcial, cegado por las mieles del sexo que Claudia estaba dispuesta a darle. El sonríe maliciosamente y le dice al oido a Claudia: "vamos al hotel", ella tristemente sonríe y le dice que la espere, se dirige al baño a limpiarse los ojos llorosos y a perfumarse los senos antes de partir al lugar donde los amantes suelen consumar sus deseos más bajos.
Al ver Martin que Claudia se dirige al baño, paga la cuenta del bar y no la espera, entra al auto prestado y lo enciende, Claudia al salir del baño y ver que Martin ya no está, sale corriendo desesperada para buscarlo, el la ve desde el interior del Jetta, solo baja el vidrio y le grita "eres una pendeja, hasta crees que me acostaría contigo!! sólo quería probarme a mi mismo que si me lo proponía, podría llevarte a la cama". El infeliz se va del lugar y deja a Claudia de rodillas llorando por los hechos que lastiman más que las golpizas de su padre. Todo había sido una gran mentira, Martin no iba a casarse, ni una novia tenía, suele hacer esto con todas las mujeres con las que está a punto de acostarse. El se fue riendo del bar y llegó a su casa llorando, maldiciendo el momento en que una malformación de nacimiento había hecho que su pene fuera demasiado pequeño para poder penetrar a mujer alguna. De esta manera Martin está condenado por el resto de su vida a seguir lastimando mujeres con tal de desquitarse de la mala movida que la vida le ha jugado.
Suena el celular, es el imbécil de su ex novio que la dejó hace un año presumiéndole a sus cuates que la dejó "por no aflojar la torta rápido". Martin la invita a pasar una noche de placer con él, ella acepta entusiasmada, pues aún sigue estúpidamente enamorada del patán, con la esperanza que si lo seduce, Martin se quedará con ella por el resto de su vida.
"Súbete mi reina" le dice Martin a Claudia cuando la recoge en la esquina de Reforma e insurgentes, haciendo presunción del auto nuevo que va conduciendo, cuando en realidad, es de un compañero del trabajo que se lo prestó, pagando la deuda por que las chivas perdieron el clásico. Claudia se sube sin pensarlo, dispuesta a hacer lo que hace un año no se atrevía debido a los "valores religiosos" con que su escuela católica le reprimió los instintos animales mas básicos. Martin se entusiasma al ver los pezones oscuros y duros de Claudia resaltar en su blusa gracias a las lluvias nocturnas que generalmente acompañan al mes de agosto. "Vamos por un trago primero" dice Martin acariciando la entrepierna húmeda de Claudia, ella acepta y se dirigen a prisa al bar mas barato de la zona rosa, donde Martin pasaba la mayoría de sus noches intentando conquistar a mujeres igual o mas vacías y tontas que el.
"Me caso en dos semanas con otra mujer, y sólo quiero pasar una noche contigo, tu sabes, para despedirnos", le dice Martin a Claudia después de haber bebido un par de cervezas... La expresión de Claudia cambia drásticamente, había ignorado el castigo que le esperaba en casa con tal de recuperar al amor de su vida, y éste, en vez de corresponderle, le destrozaba el alma, dándole las malas nuevas. Después de un minuto de silencio él pregunta "¿Todavía tienes miedo a tener relaciones con tus novios?" Ella no respondió, la idea de perder a ese hombre da vueltas en su cabeza. Después de pensarlo mucho y retener las lagrimas que su dolor intenta expulsar de su demacrado rostro, ella acepta pasar la noche con Martin, manteniendo la llama de la esperanza viva, creyendo que si le hacía el amor a Martin como nunca se lo habían hecho, tal vez, solo tal vez, él renunciaría a su compromiso nupcial, cegado por las mieles del sexo que Claudia estaba dispuesta a darle. El sonríe maliciosamente y le dice al oido a Claudia: "vamos al hotel", ella tristemente sonríe y le dice que la espere, se dirige al baño a limpiarse los ojos llorosos y a perfumarse los senos antes de partir al lugar donde los amantes suelen consumar sus deseos más bajos.
Al ver Martin que Claudia se dirige al baño, paga la cuenta del bar y no la espera, entra al auto prestado y lo enciende, Claudia al salir del baño y ver que Martin ya no está, sale corriendo desesperada para buscarlo, el la ve desde el interior del Jetta, solo baja el vidrio y le grita "eres una pendeja, hasta crees que me acostaría contigo!! sólo quería probarme a mi mismo que si me lo proponía, podría llevarte a la cama". El infeliz se va del lugar y deja a Claudia de rodillas llorando por los hechos que lastiman más que las golpizas de su padre. Todo había sido una gran mentira, Martin no iba a casarse, ni una novia tenía, suele hacer esto con todas las mujeres con las que está a punto de acostarse. El se fue riendo del bar y llegó a su casa llorando, maldiciendo el momento en que una malformación de nacimiento había hecho que su pene fuera demasiado pequeño para poder penetrar a mujer alguna. De esta manera Martin está condenado por el resto de su vida a seguir lastimando mujeres con tal de desquitarse de la mala movida que la vida le ha jugado.
By: Ezze Osbourne
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